La clamidia es un género de especies bacterianas gramnegativas que abarca dos patógenos que, por lo general, se asocian con la infección en humanos: C. pneumoniae y C. trachomatis. La C. pneumoniae es una causa común de la neumonía atípica, mientras que la C. trachomatis es la bacteria patógena que causa la enfermedad de transmisión sexual de la clamidia.
La clamidia es la enfermedad de transmisión sexual más común en el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud, se estima que hubo 374 millones de enfermedades de transmisión sexual nuevas en 2020, de las cuales 129 millones se clasificaron como «clamidia». Las personas sexualmente activas y las personas que tienen varias parejas corren un riesgo mayor. En los hombres, la infección por C. trachomatis puede provocar una inflamación de la uretra, también conocida como uretritis. Las infecciones por C. trachomatis en mujeres pueden provocar una inflamación del cuello uterino. Si no se trata la infección, esta puede propagarse al útero o a las trompas de Falopio y provocar salpingitis o una infección genital femenina. Estas enfermedades pueden acabar produciendo infertilidad y aumentando el riesgo de embarazo extrauterino.
No existe ninguna vacuna para prevenir la clamidia. Sin embargo, las personas sexualmente activas pueden tomar medidas preventivas para reducir el riesgo de contraer C. trachomatis, entre las que se incluyen:
Hacer un uso adecuado de preservativos de látex para hombres y barreras bucales de poliuretano para mujeres.
Limitar el número de parejas sexuales.
Realizarse pruebas de clamidia de forma frecuente.
Las formas más efectivas de evitar la clamidia son tener una relación sexual que sea monógama por ambas partes con una persona que no esté infectada y la abstinencia.
Muchas personas con clamidia no tienen síntomas, sobre todo en las primeras etapas de la infección, por lo que se recomienda que las personas que sean sexualmente activas se hagan pruebas para detectarla. Las mujeres con clamidia pueden tener los siguientes síntomas:
Flujo vaginal anormal
Picazón vaginal
Sangrado vaginal entre periodos mestruales
Relaciones sexuales dolorosas
Los hombres con clamidia pueden tener síntomas como secreción del pene o hinchazón y dolor de testículos. Se recomienda que las personas que tengan síntomas de clamidia vayan a hacerse las pruebas.
En el diagnóstico de la infección por C. trachomatis, se toman muestras de la secreción uretral en los hombres y de las secreciones cervicales en las mujeres. Si una persona ha tenido relaciones sexuales anales, es posible que también haya que tomar muestras del recto para realizar las pruebas. De forma convencional, las muestras se han analizado utilizando pruebas de anticuerpos monoclonales o de fluorescencia, pruebas de sondas de ADN o métodos de cultivo celular. Las pruebas de amplificación de ácidos nucleicos, como la reacción en cadena de la polimerasa y la amplificación mediada por transcripción, ahora se utilizan de forma rutinaria para detectar la C. trachomatis.
El tratamiento estándar para la clamidia es administrar antibióticos, entre los que se incluyen:
Tetraciclinas
Azitromicina
Eritromicina
La infección conjunta con gonorrea o sífilis es habitual, por lo que los pacientes con signos y síntomas de una enfermedad de transmisión sexual también deben hacerse pruebas para detectar otras enfermedades de transmisión sexual. Si el resultado es positivo, la persona debe avisar a todas las parejas sexuales que haya tenido para que también se hagan la prueba de la clamidia. Todas las parejas sexuales se deben tratar de forma individual para evitar la transmisión y la retransmisión de la enfermedad. Después de sufrir la enfermedad, no hay ningún tipo de inmunidad significativa, por lo que las personas pueden volver a contraer la enfermedad. Se puede realizar una revisión cuatro semanas después del tratamiento para comprobar si sigue habiendo infección.