El virus de la varicela-zóster (VZV) pertenece a la familia del virus Herpesviridae, que son virus de ADN de gran tamaño. El VZV pertenece a la subfamilia Alphaherpesvirinae, que también se llama virus del herpes humano de tipo 3 (VHH-3), y es la causa de la varicela, una enfermedad de la infancia que provoca erupciones cutáneas con picor y vesículas en todo el cuerpo. Los primeros síntomas de la varicela pueden incluir:
- Fiebre.
- Dolor de cabeza.
- Dolor de garganta.
- Fatiga.
- Pérdida de apetito.
Las lesiones cutáneas aparecen uno o dos días después.
Antes de que existiera una vacuna para la varicela, esta enfermedad la padecían más del 90 % de los niños. La varicela puede ser grave si se produce en mujeres embarazadas, en adultos y en personas con síndromes de inmunodeficiencia. Después de la varicela, el VZV permanece en un estado latente o inactivo en el tejido nervioso (ganglios en la raíz posterior), pero se puede reactivar si la persona pasa por periodos de estrés o muchos años después de haber tenido la varicela conforme va disminuyendo la inmunidad. Por lo general, la enfermedad se reactiva en los nervios que transmiten estímulos nerviosos a una parte específica del cuerpo o dermatoma. A esta infección reactivada se le llama herpes zóster o culebrilla, y provoca un dolor intenso que está asociado con vesículas que aparecen en la cara o en el tórax. La reactivación del VZV también puede provocar infecciones graves del sistema nervioso, como meningitis y encefalitis.
Es recomendable que las personas se vacunen para prevenir la varicela y el herpes zóster. Existe una vacuna viva atenuada contra la varicela, que es altamente efectiva en la prevención de la varicela y se recomienda para niños de 18 meses hasta la adolescencia. Se recomienda la vacuna contra el herpes zóster para prevenir esta enfermedad en personas mayores de 50 años y a personas a partir de 19 años que tienen un sistema inmunitario debilitado.
Una persona que se ha infectado con el VVZ producirá anticuerpos contra el virus que permanecerán para toda la vida en el cuerpo de la persona. Para determinar si una persona se ha infectado en algún momento con el virus de la varicela zóster, se puede hacer un análisis de sangre de estos anticuerpos. El VVZ se puede detectar en las lesiones mediante anticuerpos fluorescentes directos y microscopios de fluorescencia o mediante una reacción en cadena de la polimerasa (PCR).
No existe ninguna cura para el VVZ y, por lo general, el tratamiento del virus no está recomendado para pacientes sanos. Los bebés recién nacidos y los pacientes con encefalitis o con un sistema inmunitario debilitado necesitan un tratamiento para la infección por VVZ. Los antivíricos, como el aciclovir, ralentizan la reproducción del virus y reducen los síntomas, pero no pueden erradicar el virus.